Reseña

¿Cuántas veces, de pequeños, experimentamos una enorme sensación de paz sólo porque estábamos dibujando? ¿Cuántas tardes pasamos imaginando mundos, seres y figuras que plasmábamos en un papel sin importarnos qué habría después? Pintar mandalas nos vuelve niños, ya que permite que nuestra conciencia se abra a la experiencia del encuentro con nuestro interior, con nuestra subjetividad y nuestro poder de creación. Y cuando creamos nos sentimos vivos, seguros y en paz con nosotros mismos. Sentimos que somos importantes, que podemos darle vida a una figura llena de significados. Estos mandalas nos permiten recuperar a nuestro niño interior, aquel capaz de pasar horas pintando, sintiéndose parte de un Todo, sin hacer preguntas ni esperar respuestas. El niño que alguna vez fuimos o que debimos ser, con confianza en lo que somos capaces de dar, con la paz de sabernos inmortales.  

  • Editorial:
  • ISBN [ISBN]