Reseña

La tensión política y social de la Argentina irresuelta consigue, con excesiva frecuencia, que la violencia encuentre su eterno retorno. El videlismo reordena nuestra historia de violencia; a partir de sus matanzas, todo atentado, toda muerte, toda explosión remitirá a esa espada chorreante, a la Argentina como un espacio de vida provisoria, donde las formas más salvajes del poder político pueden despertarse y arrinconarnos. La fotografía de Eduardo Longoni participa de esta lectura: la imagen de la violencia no es solo el momento de la matanza o la tortura; es un racimo de ojos uniformados, firmes en el hábito de la amenaza. Es el gesto piadoso y reconcentrado de quien se cree conectado con Dios para justificar su curzada sanguinaria y busca la legitimación en el templo, donde un chico está recibiendo la hostia. Y son las cargas de caballería y los gestos crispados de las Madres y hasta los espacios vacíos de Malvinas donde hubo alguienque ya no está en ninguna parte. Se trata de fotoperiodismo, se trata de algunas de las obras que arman la iconografía de una época en nuestro país. Theodor Adorno conmovió a toda la cultura occidental cuando aseveró que escribir un poema después de Auschwitz es un acto de barbarie. No es fácil responder qué poemas se pueden escribir después del videlismo. Pero aquí, Longoni hace una aproximación. Al menos, estas son las fotografías que hay que tomar.    Vicente Muleiro

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