Reseña

Cuando el naturalista Eduardo Ladislao Holmberg volvió de su viaje a Misiones, acuñó en su crónica una frase que más tarde fue repetida por otro célebre explorador de esta región, Juan Bautista Ambrosetti: "Volvería a Misiones sólo para ver sus árboles". Realmente no encontramos una sentencia más bella acerca de lo que representaba en diversidad y magnificencia para aquellos primeros visitantes la flora de la selva, que revestía más de la mitad de la provincia de Misiones, en el nordeste argentino. Ya con un interés más económico que científico, las primeras entradas al territorio agreste de Misiones fueron para buscar la yerba silvestre y sus maderas valiosas, afamadas en los puertos de Buenos Aires y el litoral. Buscando sus árboles se recorrió en todas las direcciones el quebrado territorio sin dejar de maravillarse por su diversidad de tamaños, formas y la variedad de usos que no se limitaban simplemente al madeero, pues hay árboles medicinales, con látex y resinas, colorantes, melíferos, y con infinidad de aplicaciones.

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