Reseña

La Revolución de Mayo de 1810 fue un histórico fogonazo
que conmovió las viejas estructuras coloniales, despejó las
sombras virreinales e iluminó un futuro que fue de gran
promesa. Iluminó también los rostros de sus protagonistas,
que encontraron en esas jornadas aquello que tomaría la
forma de patria, concepto que tenía en esos momentos
una extraordinaria contundencia. Pero, al mismo tiempo,
fue una bisagra temporal: dejó atrás la cultura virreinal sin
negarla y, con titubeos y vacilaciones, con espectros que
recorrían dramáticas contiendas europeas, asomándose
igualmente a una realidad misteriosa y llena de peligros,
dio a luz una construcción –que aquí se propone llamar
“patria literaria”– con una aguda intuición de lo que la letra
y lo simbólico podían ser para el país que nacía. Esa circunstancia
y los escritos que en ella se iban produciendo
son los testimonios de lo que sería pocas décadas después
una literatura en ciernes primero, constituida luego y de
inequívoca prestancia en los tiempos en que vivimos.
De ese proceso se ocupa este volumen: recoge las letras
del sofocado mundo colonial y las primeras decisiones literarias;
mira en el entorno y aborda conflictos olvidados así
como textos fundamentales en la búsqueda de una definición
propia y por momentos de una riqueza inesperada.

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