Reseña

Narración a dos voces, narración de cómplices, Tiene que ver con la furia logra lo insólito: contar dos historias individuales que, pese a los detalles que las diferencian, se confunden en una sola: la historia de un abandono amoroso que se vuelve, por la controlada furia de la escritura, productiva venganza. La literatura, nos recuerda esta notable novela, es siempre desquite. El que consigue escribir su desencanto, su rabia, su pérdida, pese a las apariencias, siempre sale ganando.? Sylvia Molloy Aunque trabajan en la misma librería, no es mucho el contacto cotidiano que tienen Luciano y Sofía. Sí comparten algunas cosas que los hermanan: viven entre libros, ambos quieren escribir y a los dos el amor les duele. No demasiado, pero lo suficiente como para querer contarlo. Luciano, desde cierto despecho que lo lleva a estar cerca de una rabia que bien podría llamarse Celeste; Sofía, enamorada de la madre de su mejor amiga, opta por el rencor murmurado como conjura frente al desengaño. Cada uno por su lado, cada uno con su tono, pero ambos con el latido de un mismo corazón que pide, siempre, un poco más. Lejos de la languidez y la apatía narrativa tan de moda por estos días, cerca de una idea más orgánica y vital de la literatura, Andrea Stefanoni y Luis Mey componen en Tiene que ver con la furia una suite urbana del amor. Una novela escrita a cuatro manos pero con un pulso único, indómito y arrebatado.

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