Reseña
Sarmiento es la patria misma: engendrado tal vez en el mismo Mayo de 1810, se cría bebiendo en el rastro paterno las campañas de Belgrano y San Martín; se hace hombre en la reyerta entre unitarios y federales, sufre el exilio y la persecución de la tiranía y, tras ser embajador, conocer el mundo, y conquistar prestigio en Chile como periodista, escritor y educador, se convierte en presidente de la nación y en crítico inveterado de la mediocridad. Muere fuera del país, enfrentado al roquismo y prohijando a Alem e Yrigoyen, artífices de la Revolución del 90 y que alumbran a la Unión Cívica. Su figura, así, se proyecta en todo el siglo XX.
En el siglo XXI, el 'maestro de América' toma la palabra para recorrer su azarosa existencia en la que los destinos de la nación se confunden con sus avalares. Responde (como lo hizo en vida) a todas y cada una de las críticas (que no fueron pocas) sobre su acción política. No titubea en confrontar con Rosas y Urquiza, con Alberdi y Hernández, con Mitre y Roca.
En definitiva, 'Don Yo', este Quijote argentino, insolente, siempre políticamente incorrecto y por medio de Ricardo de Titto, lanza sus diatribas y desafíos a los argentinos. Se devela así la estatura de un estadista que la Argentina extraña, porque, al enviarlo al rincón de los proceres inmaculados, de mármol, duros y lineales, se ocultó su legado real, el político, la profundidad de su pensamiento y su acción.
¿Civilización o barbarie? Su potente voz se hace oír otra vez. El mensaje de Yo, Sarmiento es: 'Quien quiera oír, que oiga'
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