Reseña

Desde hace muchos años y muchos libros, Sacks se mueve con paso firme entre dos territorios: la literatura y la ciencia. Es un excelente escritor, "un poeta como W. H. Auden calificó Migraña de «obra maestra»" y, a la vez, un notable neurólogo e investigador de sí mismo y de sus pacientes. Sus casos clínicos, columna vertebral de su obra, son siempre narraciones apasionantes, donde resuenan los ecos no solo de Alexander Luria sino también de Isaac Bashevis Singer. En Los ojos de la mente, donde combina con su habitual inteligencia casos clínicos, ensayo y autobiografía, su gran tema es la visión y la imaginación visual, la vista como constituyente de nuestra personalidad, que nos permite no solo ver, sino ser. Sacks cuenta las historias de gente que puede estar en el mundo y comunicarse con otros a pesar de haber perdido habilidades que consideramos tan indispensables como leer, reconocer las caras o percibir el espacio en tres dimensiones. Gente como Lilian, una concertista de piano que aún distingue las letras del alfabeto pero ya no puede leer la notación musical de sus partituras. O Howard, un escritor de novelas policíacas que un día despertó y encontró que los periódicos, y todo lo que intentaba leer, se le aparecían impresos en una lengua de signos incomprensibles. Así como Lilian puede seguir tocando el piano de memoria, él también puede escribir, pero ya no puede leer lo que escribe y deberá inventarse un sistema, o una argucia, para descifrar las notas que toma para seguir trabajando... Pero muy pronto el propio Sacks se une a sus pacientes y cuenta su historia, las perturbaciones que le producía su heredada prosopagnosia, la incapacidad de reconocer las caras, aun las más cercanas y familiares, y el disolvente efecto que tuvo sobre su propia percepción del mundo el tumor que le encontraron en el ojo derecho... «Oliver Sacks explora los misterios médicos de los pacientes individuales para iluminar los grandes misterios de la experiencia humana... Aquí, todas sus historias giran en torno a la percepción visual y al lenguaje, y la relación entre ambos -la experiencia subjetiva y cómo describimos esa experiencia- es el verdadero enigma en el centro de este libro» (M. Crist, Los Angeles Times). «Libro tras libro, Sacks ha tomado la historia clínica del paciente -la herramienta más básica de la medicina- y la ha convertido en arte. En sus libros, el cerebro -su territorio- se vuelve no menos sino más misterioso, y es precisamente mediante este misterio como Sacks nos lo hace inteligible» (Sue Halpern, The New York Review of Books). «Es famoso por las agudas y humanas observaciones de sus libros, en los que cuenta las experiencias de pacientes afligidos por extrañas dolencias neurológicas. Pero Sacks es mucho más que eso, es un auténtico renacentista de nuestro siglo: científico, hombre de letras, hombre de acción y de numerosas pasiones» (Alexandra Frean, The Times).

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