Reseña

A esa hora, las chicharras cantaban y hacían que el algarrobo grande fuera una sola música. El tapir, el coatí y el quirquincho se habían acercado para disfrutar de las canciones. El sapo también se sumó a la rueda. -¿Para qué cantan ahora?- preguntó. -Para saber cómo es el mar -dijo una de las chicharras-. Y usted nos viene justito, don sapo, usted debe conocer muchas cosas del mar. El sapo puso una cara un poco rara. Al mar lo conocía, sí, pero no tenía muchas ganas de hablar del mar...

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