Reseña

La cultura, la crianza, las costumbres, la vestimenta, la alimentación, el idioma, todo lo que hace a la conformación de una persona determina lo que elige. Sin embargo, parece que un sentimiento es capaz de barrer de un plumazo todo lo que nos ha hecho persona para transformarnos de manera radical, completa. Esta novela es una fábula de eso, es la pregunta de si dos personas que se enamoran pueden dejar de lado sus irreconciliables orígenes e inventar un camino propio hecho del deseo, de la pasión, de la entrega, del compañerismo, del respeto al otro.

Lheena es una indígena comechingona. Tiene excelentes relaciones con los habitantes criollos de las sierras cordobesas: los visita, los encandila con su simplicidad, con su belleza, con su libertad. Comercia con ellos telas tejidas, conoce cada secreto de la estancia de sus amigos, los González Alva.

William York, inglés, descendiente de una familia de alcurnia con negocios en el Río de la Plata, descansa en la estancia cordobesa de sus socios locales, los González Alva, y queda prendado de Lheena cuando la ve. Obnubilado por la muchacha y el por el paisaje, se instala allí, quiere conquistarla. Se entregan, ambos, a un amor sin más obligaciones que las del deseo.

Sin embargo, él debe volver a Inglaterra en algún momento. ¿Cómo presentarla a ella ante la nobleza del país, ante su propia familia? Aquí es donde, con maestría, Susana Biset nos lleva a la pregunta del inicio: ¿pueden dos personas que se quieren dejar de lado todos los convencionalismos, las formas, las crueles maneras para estar uno al lado del otro?
 

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