Reseña

La medicina y todas sus carreras auxiliares siempre fueron un sacerdocio, una mezcla de satisfacción y sacrificio hacia el paciente, ya desde la época de estudiante uno se entrega por entero en pos del placer de escuchar a un enfermo decir: "Gracias Dr!!!. Ud. me curó", otros pacientes dicen "Dr Ud. me curró" y en estos casos algunos cultores de las ciencias médicas no se tornan tan transparentes, existen los chantólogos, los cameloterapistas, especialistas en hacer escuchar al paciente lo que el paciente quiere oír a pesar de que eso sea mentira y que la única finalidad de ese supuesto sanador sea solo comercial, los famosos tratamientos de bolsillos. Hay que recurrir a profesionales idóneos, éticos y académicos que implementen los adelantos serios y científicos en cada consulta que es lo que realmente merece el enfermo que recurre a un galeno. También el paciente tiene derecho a evaluar al médico, observar si el tratamiento que está realizando es satisfactorio y si no está perdiendo lastimosamente el tiempo . Yo recuerdo en cierta ocasión haber atendido a un hombre de condición muy humilde, que trabajaba como peón de campo y que lo había enviado a la consulta el dueño del campo quien se había atendido en nuestro instituto años atrás. El hombre se dirigía hacia mi con enorme respeto, demasiado tal vez "si Dr, no Dr", solo faltaba que diga "si Buana"; le pregunté entonces si al entrar al consultorio había pagado su consulta, si!!, me respondió sorprendido y como disculpándose, entonces le dije: sabe Ud. quién soy yo en este momento para Ud.??, soy su empleado, Ud. acaba de contratar mis servicios y estoy a sus órdenes, así que relájese y cuénteme qué le duele.
Todo paciente debe mantener el respeto hacia el profesional pero intercambiando ideas e indagando sobre su propia salud, porque eso, Sr. lector, es lo más valioso que un individuo puede tener y contra viento y marea debe preservar su salud, también evalúe si le dan demasiados remedios, la verdadera medicina es sacar medicamentos no darlos en demasía, cuando hace falta no hay vuelta de hoja pero para algunas personas si el médico no lo llena de pastillas, no sirve y es entonces que por complacer al solicitante se le dan recetas a troche y moche, mi suegro siempre decía: "yo voy al médico y le pago la visita porque el médico tiene que vivir, después voy a la farmacia, le pago los remedios al farmacéutico porque el hombre tiene que vivir, después voy a mi casa y tiro los remedios a la basura porque yo también tengo que vivir"; el tema es que ni tanto ni tan poco como dicen las abuelas. El médico, el kinesiólogo, el terapeuta van forjando su carácter con una mezcla de dureza y ternura, el sarcasmo lo ayuda a soportar los momentos más difíciles, no es agradable tener que comunicarle a una familia malas noticias o tomar decisiones que de equivocarse serán marcas que no se las quitará nadie por el resto de la vida, por eso incorporarle el humor a la medicina ayuda al profesional a superar situaciones difíciles, colabora también para estar relajado y poder curar mejor, además le saca dramatismo al momento de la consulta, rompe el hielo y acerca más la relación médico - paciente.

Cada consulta es una historia distinta, una esperanza, una ilusión; todas esas visitas merecen seriedad respeto para con cada paciente, él es el soberano, el único por quien existen cada uno de los seres dedicados al arte del sanar y muchos casos también son fuente inagotables de historias increíbles, acá les brindo algunos de esos tantos momentos que viví con unos pocos de mis 52.000 pacientes atendidos a lo largo de casi 30 años de ejercicio profesional, por supuesto, respetando la intimidad y el secreto profesional; que lo disfrute.....

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