Reseña

#Caputo, Pagiolla y Britapaja. Tenía once años y uno de los pibes más grandes de la barra había descubierto este trío de jugadores de tres equipos distintos, enlazado por las resonancias guarangueriles de sus apellidos. El festejo del hallazgo era absoluto. Ya no los unía la camiseta, sino el simple y maravilloso juego de imaginarlos en un equipo. De la misma manera, jugando, podemos apreciar formaciones alucinadas, caprichosas, inverosímiles, donde el motor no es el ansia de ganar ni la estrategia de un DT, sino una especie de derrape de la estadística y la obsesión de la data, tan afín al periodismo deportivo, sólo que por fuera de cualquier solemnidad. Cerca de esos juegos de esquina de verano, de espera antes del partido, de viaje por la ruta. Juegos sin sentido, casi malabares mentales. Quizás más interesantes, porque al contrario de la estadística y de la data que estructuran y endurecen al fútbol, esta desviación lo lleva de nuevo al juego. Lleva otra vez a un fútbol que podemos disfrutar. No cuando lo vemos, sino cuando lo jugamos nosotros.# Pedro Saborido #Siento alivio tras leer este libro. Hay gente que está mucho más loca que yo. Fanáticos del fútbol, no se lo pierdan. Se van a divertir mucho.# Juan Pablo Varsky #Un libro, un juego, una poesía apenas oculta. Todo eso es, pienso, el libro que me complace comentar.La idea es a un tiempo la de un niño y la de un hombre culto y grande. Se trata de jugar, es cierto, de jugar al fútbol y de jugar a lo que en realidad es su combustible sagrado: los jugadores. Las agrupaciones son tan graciosas, los equipos tan acertados y amorosamente dispuestos sobre el pizarrón y la memoria, que se vuelven no sólo homenaje sino también emoción poética. Recordarlos y ponerlos en la candorosa disposición en que se los dispone aquí es un juego que se mezcla con otro. No se trata ya del juego del fútbol, bendito sea con sus luces y sus ocasos, sino, además, del juego de hacer juegos con el fútbol y de quienes dieron y dan su destino a jugar con la pelota. El gol de Grillo, por ejemplo, me obligó a bajar la cabeza para respirar y seguir escribiendo: también estaba, como está, el arte. No saben lo agradecido que estoy al Botinazo Cósmico.# Mario Mactas

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