Reseña

La protagonista de Tela de sevoya viaja a Bulgaria en busca de la casa
de sus padres, de su historia y de la lengua familiar, el ladino. En la
trama se entreveran sueños, poemas, testimonios, anécdotas de infancia y
conversaciones con la abuela, hablante de esta lengua y heredera de una
sabiduría milenaria, así como momentos históricos que, entre otros,
remiten a la expulsión de los judíos de España en el siglo XV, a la
diáspora durante la Segunda Guerra Mundial y a la firmeza del gobierno
búlgaro que, a diferencia de otras naciones europeas, no hizo
distinciones entre sus ciudadanos ni cedió ante la exigencia del
nacionalsocialismo alemán de permitir la extradición de la población
judía en aras del exterminio.
  Una familia judía abandona España con dolor tras el Edicto de Expulsión
de los Reyes Católicos en 1492. Después de un peregrinaje por distintos
países de Europa se asienta, primero en Bulgaria y, más tarde, en
México. Cinco siglos después#. Cinco siglos después, la protagonista de
Tela de sevoya decide viajar hacia la vieja Europa en busca de la casa
paterna. Su rompecabezas familiar comienza a tomar forma gracias a una
lengua perdida: el ladino o judeo-español. Ese castellano arcaico se
vuelve, en cierta forma, personaje central en esta historia donde la
memoria, los sueños y los testimonios se integran a una obra
fragmentaria con enorme poder de evocación. Una historia que remite a
los vicios, pérdidas y alegrías de muchas familias a través de un viaje
en el espacio y en el tiempo, hacia un mundo interior que ilumina el
relato de principio a fin.

Mi abuela tiene un momento de lucidez antes de morir. Está al pie de su
cama cuando suspira jalando aire como si fuera a encender un motor. La
tomo de la mano y le digo al oído: "Abuela, ¿me perdonas?". Voltea la
cara y me dice: "No. Para una preta kriatura komo sos, no ai pedron".

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